Para interpretar a Kant hay tres caminos posibles, la correcta sobre que la moral es un conjunto más grande y la justicia pertenece aquél, que corresponde al camino de la búsqueda del saber; donde se interpreta que la moral principalmente regula lo cual a la autonomía respecta, y la justicia aquello lo cual es para la heteronomía. Todo aquello que es justo, de igual forma es moral, pero no todo lo que es regulado por la moral, regularlo por la justicia es justo. Pues la justicia busca la paz, y regular aquello que solo debe ser regulado por la autonomía; regularlo por la moral lleva a injusticias al no respetar la autonomía de los individuos, pues la justicia regula las acciones donde la autonomía viola la autonomía de otros individuos, por lo cual es necesario que la justicia sea heterónoma, regulando la libertad positiva de la forma en la que no afecte a la libertad negativa de los demás. En cambio, la moral regula meramente la autonomía, de la forma en que la propia autonomía no se contradiga a sí misma, y por obvias razones, de ese mismo modo, cuando se cometen injusticias: la moral está relacionada del modo en el cual la propia autonomía regula las inclinaciones que llevan a cometer un acto injusto.
El segundo camino es aquél de la pureza, donde aquél que detenta de ser el adalid de la pureza, pretende castigar con la justicia aquellos actos donde el reino de la moral remite únicamente, violando la autonomía y castigando aquellos actos que sólo son inmorales, mas no injustos, como son ciertos actos como la homosexualidad o el placer simple como lo son las drogas; aquello no guarda relación con el hecho de violar a otras personas, u obligar a consumir drogas a otras personas, pues aquello lleva a violar la autonomía y cometer actos injustos. Por lo que aquél camino es un camino corrupto del primero. El camino del maestro es malsano, no porque enseñar sea malo, pues el estudiante también enseña, sino es por el fin. El fin del maestro al enseñar es replicar una idea que puede o no estar correcta, en cambio el fin de enseñar del estudiante es aprender.
El tercer camino, es el camino del poder, en el cual para conseguir la paz requiere de cometer actos injustos e inmorales sólo para conseguir aquello, quien se adjudica autoridad moral o de justicia también se adjudica ser la moral o la justicia, y con ello quiere ejercer el poder político, i.e., subordinar al resto de personas al dominio mental en base de su visión distorsionada de la ética y la justicia, ubicándose en el centro. Bien, parece muy similar aquello al camino de la pureza, no te equivocas, pues ambos caminos son versiones corruptas del correcto camino para alcanzar a dios, donde ambos detentan ser la viva imagen del dios moral kantiano.
Bien el dominio mental es legítimo cuando se hace mediante la enseñanza y adopción voluntaria de ideas, es ilegítimo, es injusto cuando se hace aquello de forma en la que se viole la autonomía, la dignidad humana.
Mas por ejercicio de rigurosidad, quiero reflejar lo que Kant refiere a que "lo injusto es aquello donde se universaliza aquello donde la libertad positiva se pone en contra de la libertad negativa de otro" parafraseando aquello que tengo entendido del autor. Por dicha razón la justicia es heterónoma para castigar los actos injustos, pues se entiende que la injusticia ocurre cuando se limita la libertad negativa de alguien en beneficio de la libertad positiva de otros. A partir de esto, se puede argumentar que la justicia es heterónoma, es decir, depende de normas y principios externos para evitar y castigar lo injusto, encontrando la paz perpetua; en base del imperativo categórico, la no agresión a la propiedad privada.
La triada de caminos, a pesar de ser una simbología en parte esotérica, quiere simbolizar que en estos tres caminos es necesario el conocimiento del bien absoluto para llevar a cabo el mal absoluto. En la punta representando el bien absoluto, y en la base sus versiones corruptas.
Pues como de igual forma para conocer el bien absoluto y moral, es necesario reconocer el mal absoluto; para conocer el mal absoluto, es necesario reconocer el bien absoluto, por ello quien detenta el mal, tiene responsabilidad al igual como quien representa el bien la posee. E.g., para asesinar por inclinación, debes saber que aquello lo haces por una necesidad de matar y no por conseguir la paz, pues de considerar conseguir la paz, aquello no sería un asesinato, sería el castigo a un criminal con el fin de conseguir la paz. Pues quien desea el asesinato para satisfacerse, no considera a su víctima como un criminal, no considera al asesinado como un distinto, no le importa si la víctima es un igual. En cambio, cuando quiere conseguir la paz, el individuo no considera un igual a quien está matando. Bien, si se está tomando un camino corrupto de la ley, entonces la paz que se consigue es consigo mismo, más no con la ley del imperativo del deber.
Sin embargo, no solo el simbolismo refleja el mal diferenciado del bien, pues detrás de la cortina, a diferencia del bien que es trascendental (aquello cognoscible de forma puramente a priori como un fundamento necesario de la verdad), el mal es enteramente material, contingente (aquello cognoscible a posteriori por suficiencia sensorial accesoria). El mal no tiene mayor fundamento que la suficiencia de los sentidos, ya sean externos como la vista, el gusto, etc. O los sentidos internos como los sentimientos, el espacio-tiempo y la imaginación. Incluso el mal es característico de los seres mundanos, pues el mal es meramente reactivo a los sentidos, a diferencia del bien, que es racional. No obstante, existen versiones del bien y el mal absolutas, y estas son aquellas que son pensadas, y por lo tanto aquél bien o mal absolutos son llevados a cabo por seres racionales. Por lo tanto, no se puede negar la culpabilidad cuando el mal lo realiza un ser racional.
De entre todas las formas del mal, existe uno solo y único más puro: el mal absoluto, el cual busque conscientemente el poder por el poder, el control total, la negación completa de la autonomía de otro ser racional.
Sea el camino de la pureza, o el camino del poder, ambos son en verdad el mismo camino. Quizás se diferencien en un principio. No obstante, en su conclusión terminan obedeciendo a la anti ética del poder, la cual no requiere necesariamente ser una interpretación errónea o malintencionada de Kant, ni siquiera requiere de leerle. Kant es necesario en este asunto para poder entender la anti ética del poder, puesto que, dicha anti ética es la búsqueda del poder por el poder, sin desvíos. Tal como menciono al principio de este capítulo de la ética negativista, la forma correcta de llevar a cabo una tarea es hacerla sin desvíos, y para el poder y su adquisición aplica lo mismo, la búsqueda del poder sin desvíos, siendo su imperativo el control total, la subyugación.
Necesariamente es una anti ética, porque negaría la propiedad privada en la práctica, como una formulación teórica del mal. Bien, en principio podría no negarla, incluso aceptarla, aceptaría al mismo tiempo de la existencia de la autonomía la necesidad de la subyugación, para que la voluntad individual de los otros no sea distinta de la voluntad del subyugador. El fin de una civilización que tome esta anti ética, en vez del dominio que es el fin de una civilización sana; para una civilización del poder absoluto, buscará como fin la subyugación, el avasallamiento, la dependencia.
Por lo que para lograr el fin de la subyugación, aparte de aceptar la propiedad privada con el fin de aceptar sinceramente el intento de adueñarse de otros individuos subyugando su voluntad, debe aceptar que los hombres son fines en si mismos, y que por el fin de lograr el objetivo anti ético, debe negarse a obedecer dicha regla con particulares, puesto que para subyugar la voluntad, requiere utilizar a los hombres como medios para lograr a la misma; pues debe obedecer a la máxima anti moral, el mal es enteramente material, contingente, es cognoscible a posteriori por suficiencia sensorial accesoria, i.e., está para satisfacer los deseos del subyugador.
Por lo que para que sus deseos sean complacidos, el subyugador deseará cambiar la vida y costumbres de aquél sano y civilizado individuo; entonces, para lograr dicho fin, no debe dar cabida a ningún tipo de ejercicio de la libertad. Para su control perpetuo, requiere del control de las acciones del individuo, para ello requiere el control de sus pensamientos, sucesivamente requiere del control del lenguaje de forma en la que lo imponga y prohíba hasta su extinción la antigua lengua, de forma en la que la gente no pueda pensar en oposición del control para no poder actuar fuera de su control, ni pueda tampoco comunicar a otros alguna forma de rebeldía. Para el control de sus acciones bastan limitaciones en su propiedad, en lo que es capaz de hacer con ella, limitando primeramente su libertad negativa y sometiéndolo a una jaula. El segundo paso primordial es el control mental corrupto, que a diferencia de que los individuos adopten las ideas por voluntad, que sea por la fuerza, sin tener elección de poder escogerlas a voluntad; por ello es necesario controlar el pensamiento, y para dicho fin existen distintos mecanismos como: la censura, la humillación a ideas opuestas, la contaminación de tus opositores con tus ideas, la prohibición de palabras en el lenguaje, limitar el lenguaje, modificar el lenguaje, etc. El objetivo de este segundo paso, es poner las cadenas, limitar la libertad positiva.
El poder poder consiste en hacer pedazos el espíritu humano y darle la forma que elijamos, es la idea principal tras el poder. Vale la pena preguntarse crudamente cual es el fin del poder para comprender, y como se menciona en 1984 el fin del poder es él mismo, obedeciendo completamente la antiética del poder.
¿Qué es lo que ansía el poder? Y no puede ser más evidente: más poder, su fortalecimiento. ¿Qué es el poder? Un arte oscuro y retorcido que transforma la libertad en esclavitud y la autonomía en sumisión. El poder es la capacidad de hacer que otro haga la voluntad de un ajeno. El poder es someter la autonomía ajena, de forma que sea concorde a la heteronomía impuesta del poderoso. El poder es la sumisión de unos por otros.
Desde un punto de vista formal, el poder se puede entender como lo opuesto, y como se menciona anteriormente, el poder es la manifestación del mal: la antiética del poder. No obstante, hablando con un amigo, “Samuel” se enfatizó un punto importante respecto al tema: No puedes definir al poder como simplemente una oposición al bien, o usando la dialéctica hegeliana como un no bien, pues de esa forma el poder podría ser cualquier cosa, lo que es cierto. Al igual como enfatizó en otra conversación sobre Hegel: Si somos la contradicción de otro sujeto, osea que no tenemos una identidad más allá de ser lo contrario a otro, no podríamos ser individuos sin la existencia de otro para ser contrario a el (…) Hegel al definir a los individuos como la negación de otro es una cuestión estúpida, ya que la definición sería en negación violando lo que decía Kant sobre la definición. Complemento mío: Si todos somos negaciones, la negación de la negación es algo concreto, por lo que dice Hegel lógicamente es inconsistente. En base a aquél principio, podemos incluso negar el mismo método dialéctico como forma de obtención de conocimiento de la forma: El único faro es la búsqueda del poder, y es lo único que lo guía a un sentido "formal", o mejor dicho, pseudo formal. Por eso Hegel no le gustaba el formalismo de Kant, porque impedía justificar cualquier cosa. Sin un objetivo, o sin algo para justificar, la dialéctica es pura paja. La base de decir que las contradicciones llevan al conocimiento de Hegel es que según él en una argumentación se ven dos posturas (opuestas) que en su diálogo estas llevan a una síntesis que es más verdadera que la tesis y la antítesis, lo cual es ilógico, pues sin más base que aquella, cualquier cosa puede llevar a una síntesis y no necesariamente es más verdadera. No necesariamente se ven dos posturas opuestas en una argumentación. También como dice Hoppe, se puede llegar a un acuerdo donde están de acuerdo con que no están de acuerdo, o sea que ambas posturas son irreconciliables. Lo cual dice claramente que es una base epistemológica nula, y por lo tanto todo lo que se deriva de aquella base (véase el materialismo histórico) es nulo igualmente. Por lo que tampoco puede derivarse de ello una postura moral formal como Kant, pues su consecuencia lógica es el polilogismo (véase lo que dice Mises del polilogismo en la acción humana) y el relativismo moral derivado de lo anterior. De dicha forma podríamos afirmar que la dialéctica Hegeliana es inválida, dado que el hecho de que en base a su propio método se invalide al contraponer la misma con el No Hegelianismo, entonces significa que necesariamente de su contraposición podría sumir una tesis cualquiera como por ejemplo una síntesis kantiana totalmente opuesta al hegelianismo y aún así ser válido e invalidando la misma dialéctica. El hecho que para que se mantenga consistente requiera de negar que se pueda saber que la dialéctica hegeliana pueda ser comprobada, implica que existen límites al conocimiento, y en consecuencia invalida la tesis inicial de Hegel para justificarla.
Por ese motivo, el mal no puede definirse simplemente como no bien, es algo más complejo. El imperativo del mal es opuesto a toda formulación del imperativo categórico, o sea, hacer lo contrario de aquello que se formule, por lo que denota en su principio su contingencia, pues las leyes que formulas necesariamente deben de ser contingentes para poder justificar el ejercicio del poder.
No obstante, el pensamiento político al ser necesariamente contradictorio y no consistente, es necesariamente dialéctico hegeliano.
Respecto a su concepto, la política es la toma de decisiones con respecto a un grupo, por lo que el poder político es una redundancia, pues el poder en sí mismo es político. La toma de decisiones políticas, son decisiones de poder. Podríamos definir en torno a conceptos tratados en este libro al poder como un dominio forzado. Podríamos definir al poder como la corrupción del espíritu, dominar una materia de forma forzosa, adoptar una idea forzosamente. En fin, hacer pedazos el espíritu humano y darle la forma que elijamos. Por lo tanto, si es que tuviésemos que reflejar en un concepto nouménico como lo es dios para el bien absoluto para igual con el mal absoluto, aquella entidad, e idea del mal se condensa en el Estado político y la sombra de cada uno que se expresa en él. El Estado político es la entidad que representa al poder en sí mismo, fiel reflejo del mal puro, como una fuerza colectiva homogénea que refleja ese deseo. El poder es el sometimiento, la práctica del mal.
La idea del mal no te limita las posibilidades, siempre eres tu quien elige. Pues la maldad se expresa en la voluntad, en la voluntad maligna de las personas y su elección de elegir al mal. El mal te permite elegir herramientas, tus fines dan forma a la maldad y expresar el poder a través de otros, pues si no es a través de otros entonces no es poder, es una merma a tu propio ser, reflejando lo que significa el mal: la degradación y la pérdida de identidad.
Todo lo que hacen los políticos lo hacen por poder, por maximizar su poder individual. Lo que regula su maldad es la competencia por el poder, lo cual no es efectivo, porque pueden alinear sus deseos y trabajar juntos por poder en algunas ocasiones. El poder actúa por sí mismo como una entidad propia, pues es la sombra de uno, la maldad de las inclinaciones. Si actúas con buenas intenciones, no verás que otros puedan llevar correctamente sus metas ideales. Y por ello verás necesario someterlos a ti para que se hagan lo que quieras. Inevitablemente, si actúas por poder, este te lleva a cumplir sus metas. Porque el poder es una entidad aparte, el sometimiento a tus inclinaciones. Y su fin es someter a la humanidad. Es una sombra que te susurra al oído.
Dios puede no existir como un fenómeno, el poder al contrario si puede a través de los individuos sedientos de poder, que los determina como animales. Mi amigo “Lucas” comentó al respecto: El fin marca lo que deseamos y el medio lo que somos realmente. El poder es someter a la humanidad a las inclinaciones del poderoso.
El bien y el mal son la luz y una sombra, ambos coexisten. El mal necesita del bien para existir, como una sombra necesita su luz. Si el bien busca la inmortalidad, el mal busca extinguir la luz, matándose a si mismo. Tomarlo todo para dejar de existir es su objetivo. La luz es la razón, y apagarla, dejar que la sombra la apague, nos convertirá en animales de nuevo, guiados solamente por nuestras inclinaciones, determinándonos a ellas y arrastrándonos a las sombras.
A diferencia del bien, el mal es evidente. No porque el bien sea la ausencia del mal, sino porque el mal es la ausencia del bien. Pues la ausencia de la ausencia no existe, o bien si la forzamos podría ser lo que llena el espacio. El mal, es el estado inherente de la naturaleza, no del hombre, pues el hombre elige tanto el bien como el mal. El bien es el sentido moral hacia una buena voluntad, en cambio el mal es la carencia inherente de la naturaleza de moral. Podemos escoger el mal, la ausencia de un sentido moral. El mal es más tangible, no porque la voluntad sea guiada por el sentido moral, lo cual nos permite ser hombres, sino porque es más instantáneo, a diferencia del bien que se va construyendo poco a poco. El mal, a diferencia, destruye y puede ser tan instantáneo como cuando sostienes en tu mano la vida de un inocente, y la aprietas para acabarla, la sientes desvanecer, así de instantáneo es el plazo por el cual el mal ocurre. O como cuando decides robar, destruir y matar, eso es el mal, como también cuando te engañas a ti mismo o engañas a otro. El mal es una sombra que te susurra el oído, el impulso irracional del ser humano. El Estado político es el causante de los problemas que lo legitiman.
Observación: El estado político es el gobierno de las inclinaciones (dejando de racionalizar los instintos, volviendo a un estado animal) por sobre la razón. Entonces el estado termina determinando al ser humano en ciclos al igual que los animales.